Cuando dicen: nos es un adiós, es un hasta pronto, nos veremos
El organizador de funerales llamado Ricardo, conocido por su gran habilidad para planificar y coordinar servicios fúnebres. Era un hombre amable y compasivo, pero también tenía una extraña costumbre de despedirse de las familias diciendo: “Nos veremos pronto”.
Un día, Ricardo recibió una llamada urgente para organizar el funeral de la familia Pérez. Sin dudarlo, se apresuró a llegar a la casa de los Pérez y ofrecer sus servicios de manera profesional. Sin embargo, cuando se encontró con los afligidos familiares, su antigua costumbre traicionera se manifestó una vez más.
Ricardo se acercó a la esposa del difunto y, con una sonrisa nerviosa, le dijo: “Lamento mucho su pérdida. Descanse tranquila, señora, porque muy pronto nos veremos de nuevo organizando el funeral de su familia”. Al darse cuenta de su error, Ricardo se quedó paralizado, esperando una reacción de horror y confusión por parte de los Pérez.
La esposa del difunto, sorprendida por la extraña declaración, se quedó sin palabras por un momento. Luego, una expresión de confusión cruzó su rostro, seguida de una sonrisa incómoda. La situación era tan absurda que no pudo contener la risa, lo que provocó que otros miembros de la familia también comenzaran a reírse.
Ricardo, sintiéndose cada vez más incómodo, trató de explicar su equivocación y se disculpó profusamente. Sin embargo, la familia Pérez parecía encontrar la situación tan divertida que no podían dejar de reír.
El padre del difunto se acercó a Ricardo, con lágrimas en los ojos debido a la risa, y le dijo: “Mi estimado Ricardo, realmente necesitábamos un momento de alegría en medio de nuestra tristeza, ¡y tú nos lo has proporcionado! No te preocupes por tu equivocación, todos cometemos errores”.
La familia Pérez decidió tomar la situación con humor y le dieron a Ricardo una segunda oportunidad para organizar el funeral de su ser querido. Esta vez, sin embargo, Ricardo estuvo más atento a sus palabras y evitó cualquier declaración desafortunada.
El funeral se llevó a cabo sin contratiempos, y la familia Pérez quedó impresionada con la atención y el cuidado que Ricardo dedicó a cada detalle. A pesar del incidente inicial, Ricardo logró ganarse el respeto y la gratitud de la familia Pérez.
Desde ese día, Ricardo aprendió a controlar su peculiar costumbre y se aseguró de elegir cuidadosamente sus palabras al interactuar con las familias en duelo. Además, nunca dejó de recordar el momento gracioso que compartió con los Pérez, y siempre encontró una manera de transmitir un poco de alegría y alivio en medio de la tristeza.
La historia del desliz de Ricardo se volvió popular en el pueblo, y a partir de entonces, cada vez que alguien mencionaba el nombre de Ricardo, se recordaba la anécdota con una sonrisa en los labios.