Cuando tú y tu colega llegan al mismo servicio a hacer los arreglos
En una pequeña ciudad, existían dos floristerías rivales: “Flores Esplendorosas” y “Ramos Divinos”. Sus propietarios, Pedro y María, respectivamente, competían ferozmente por cada contrato de adornos florales. Sin embargo, un día recibieron una sorpresa inesperada: ambos fueron contratados para el mismo funeral.
Pedro y María se encontraron frente a frente en la sala de velatorio, cada uno con su selección de hermosas flores y arreglos. Pero en lugar de competir, decidieron hacer del servicio algo inolvidable y divertido. Después de todo, ¿qué mejor manera de honrar a alguien que alegrar el ambiente?
La primera situación graciosa se presentó cuando Pedro intentó colgar un enorme arreglo floral en la entrada de la sala. Sin embargo, las flores se enredaron en su cabeza y quedó atrapado en una especie de sombrero floral gigante. María no pudo contener la risa y tuvo que ayudar a Pedro a deshacerse de su adorno improvisado.
Más tarde, mientras colocaban coronas en los bancos, María hizo un gesto exagerado y fingió un desmayo. Pedro, pensando que algo grave había ocurrido, entró en pánico y comenzó a sacudirla suavemente. Cuando María finalmente se levantó riendo, ambos se dieron cuenta de lo absurdo de la situación y no pudieron evitar reír juntos.
La siguiente travesura ocurrió cuando Pedro y María estaban preparando un elegante centro de mesa para el ataúd. En un descuido, María tropezó y lanzó accidentalmente un ramo de flores al aire. El ramo voló sobre el ataúd y cayó directamente en la cara del difunto. Pedro y María, avergonzados pero incapaces de contener la risa, hicieron todo lo posible por disimular su risa frente a los dolientes.
A medida que avanzaba el funeral, Pedro y María se desafiaban el uno al otro a crear los arreglos más extravagantes y creativos. Usaron flores de colores inusuales, lazos extravagantes y hasta peluches en forma de animales. Los dolientes se sorprendieron y, en lugar de estar sumidos en la tristeza, comenzaron a sonreír y disfrutar del servicio.
La última situación graciosa ocurrió cuando Pedro y María intentaron despedirse de manera original. Decidieron montar una especie de pasarela de flores por la que los dolientes debían caminar al salir. Sin embargo, en un mal cálculo, colocaron demasiadas flores y las personas comenzaron a tropezar y caer en medio de las risas.
Al final del funeral, Pedro y María se encontraron cara a cara y se abrazaron. Habían convertido un momento triste en una celebración de la vida y el amor por las flores. A partir de ese día, dejaron de ser rivales y se convirtieron en amigos, colaborando en futuros eventos y compartiendo risas.