Reír para no llorar

Por AdminMemes May 20, 2022
Reír para no llorar

En una pequeña ciudad, Juan era el encargado de trabajar en la funeraria durante la noche. Cada noche, mientras todos dormían plácidamente, él se encontraba rodeado de cuerpos y velas encendidas.

Una de esas noches, Juan miró hacia la casa que estaba al frente de la funeraria y suspiró. Desde su ventana, podía ver a una familia durmiendo tranquilamente, abrazados por los brazos del sueño. Juan deseaba estar en su lugar, disfrutando de un descanso reparador.

Mientras miraba con envidia la casa, una extraña sensación lo invadió. Vio cómo una luz tenue se encendía en una de las habitaciones y una figura translúcida apareció en la ventana. Para su sorpresa, era un fantasma. Juan se frotó los ojos, pensando que era el cansancio jugándole una mala pasada.

Pero no, no era su imaginación. Los fantasmas de los difuntos de la funeraria comenzaron a salir de sus ataúdes y a flotar hacia la casa de enfrente. Se deslizaban sin hacer ruido, como si bailaran en el aire, y entraban sigilosamente por la ventana.

Juan no podía creer lo que veía. Se acercó a la ventana, tratando de entender lo que ocurría. Dentro de la casa, los fantasmas se mezclaban con la familia, jugando con sus cabellos mientras dormían, tocando sus narices y moviendo sus brazos y piernas.

El espectáculo era tan cómico que Juan no pudo evitar reírse. Era como una escena de una película de comedia paranormal. Los fantasmas parecían estar divirtiéndose tanto que se olvidaron de su propio estado fantasmal y se entregaron por completo al juego.

Juan se dio cuenta de que no podía quedarse solo mirando, así que decidió unirse a la diversión. Saltó por la ventana y se unió a los fantasmas, haciendo travesuras y asustando suavemente a la familia dormida. Juntos, crearon un alboroto fantasmagórico lleno de risas y sustos.

La familia despertó al sonido de sus risas y gritos divertidos. Al principio, estaban asustados, pero cuando vieron a Juan y a los fantasmas riendo y jugando, también comenzaron a reír. Todos disfrutaron de aquel inesperado encuentro paranormal.

A medida que el sol comenzaba a salir en el horizonte, los fantasmas regresaron a la funeraria y Juan volvió a su puesto de trabajo. Se despidieron con risas y guiños, sabiendo que aquel fue un encuentro único y especial.

Desde ese día, cada vez que Juan trabajaba en la funeraria, miraba hacia la casa de enfrente con una sonrisa. Sabía que, mientras todos dormían, él tenía la suerte de vivir momentos de diversión y alegría junto a los fantasmas. Y así, Juan encontró consuelo en su trabajo nocturno, sabiendo que incluso en la muerte, el sentido del humor puede prevalecer.

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