Mis padres: estudia, pesa menos un lápiz que un bulto de cemento.

Por AdminMemes Oct 14, 2022
Mis padres: estudia, pesa menos un lápiz que un bulto de cemento.

En la pequeña ciudad de Villa Risueña, había una funeraria llamada “Eterno Reposo” conocida por sus empleados extraordinariamente fuertes. Los encargados, Ramón y Pepe, eran hombres de enormes músculos que parecían haber nacido con la fuerza de Hércules. Aunque tenían una tarea importante y respetable, no podían evitar divertirse con sus habilidades sobrehumanas.

Un día, mientras cargaban un ataúd en el vehículo de transporte, Ramón decidió hacer una pequeña demostración de fuerza para entretener a Pepe. “¿Crees que puedo levantar más de un ataúd a la vez?”, preguntó Ramón con una sonrisa traviesa.

Pepe, sin creerlo posible, lo desafió a intentarlo. Ramón se puso en posición, tomó dos ataúdes y, con un esfuerzo impresionante, los levantó como si fueran plumas. Pepe no podía creer lo que veía y soltó una carcajada mientras aplaudía.

Desde ese día, la competencia entre ellos comenzó. En cada servicio funerario, se retaban a sí mismos para cargar la mayor cantidad de ataúdes posible. Sus hazañas se convirtieron en un espectáculo en sí mismo, atrayendo a los dolientes y a veces robando la atención de los difuntos.

En una ocasión, durante un funeral particularmente concurrido, Ramón y Pepe decidieron hacer algo verdaderamente sorprendente. Mientras los invitados estaban ocupados conversando y consolándose mutuamente, los dos hombres se prepararon para un acto de fuerza épico.

Al ritmo de música épica que habían preparado previamente, Ramón y Pepe comenzaron a cargar ataúdes uno tras otro, apilándolos sobre sus hombros como si fueran cargadores humanos. El público quedó atónito al ver cómo sostenían una torre de ataúdes en equilibrio, sin mostrar ni el más mínimo signo de cansancio.

Mientras los invitados se arremolinaban para ver la increíble hazaña, Ramón y Pepe sonreían con orgullo, sintiéndose como superhéroes en un circo. La gente no podía contener la risa, mezclada con asombro y admiración, y las cámaras de los teléfonos móviles se disparaban para capturar el momento.

Finalmente, con un aplauso atronador, Ramón y Pepe bajaron cuidadosamente la torre de ataúdes, dejando a todos boquiabiertos. Fue un acto memorable que se convertiría en la comidilla de la ciudad durante semanas.

Aunque su enfoque principal era proporcionar servicios funerarios de calidad y consuelo a los dolientes, Ramón y Pepe encontraron una forma única de brindar un toque de alegría y asombro a las personas en sus momentos más difíciles. Sus hazañas se volvieron famosas en Villa Risueña, y los habitantes comenzaron a esperar ansiosamente cada nuevo funeral para ver qué proeza llevarían a cabo.

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