El día que me muera, llevadme al hospital de Gijón
El peculiar Hospital San Risueño, conocido por sus situaciones cómicas y su personal excéntrico, una extraña noticia que dejó a todos boquiabiertos. Resulta que, por un error de registro, ¡le estaban dando de alta a los muertos!
Todo comenzó cuando el doctor Ramón, un hombre distraído y propenso a cometer errores, confundió algunas hojas de registro mientras estaba de guardia. En lugar de marcar a los pacientes fallecidos como “defunción”, marcó la casilla de “alta médica”. Nadie se percató del error y los muertos quedaron registrados como pacientes que habían recibido el alta.
La noticia se propagó rápidamente por el hospital y se convirtió en tema de conversación entre los médicos, enfermeras y personal administrativo. Todos se preguntaban cómo era posible que los muertos estuvieran siendo dados de alta, y la incredulidad se mezclaba con risas y asombro.
La historia alcanzó notoriedad cuando los familiares de los “pacientes dados de alta” comenzaron a recibir llamadas de seguimiento. “Hola, señora Rodríguez, solo queríamos asegurarnos de que su esposo se encuentre bien después de su alta médica”, decía una voz amable al otro lado del teléfono. La señora Rodríguez, confundida, respondía: “¡Pero mi esposo falleció hace dos días!”
Las reacciones de los familiares variaban desde la confusión y el enojo hasta la risa y la incredulidad. Algunos decidieron visitar el hospital personalmente para aclarar la situación y exigir respuestas.
La directora del hospital, la doctora Matilde, se encontró frente a una situación complicada. Con una sonrisa nerviosa, intentó explicarles a los familiares que se trataba de un error administrativo y que lamentaba profundamente la confusión. Sin embargo, sus explicaciones solo generaban más preguntas y risas incómodas.
La noticia llegó incluso a los medios de comunicación locales, y pronto los titulares decían cosas como “Hospital San Risueño le da una segunda oportunidad a los muertos” y “¿Milagro médico o broma de mal gusto?”.
A medida que las investigaciones avanzaban, se descubrió que el problema se había originado en la confusión de las etiquetas de identificación de los pacientes. El doctor Ramón, en su afán por atender a tantos pacientes, había intercambiado las etiquetas de algunos vivos y muertos.
Afortunadamente, el error fue corregido rápidamente y los registros de los fallecidos fueron actualizados correctamente. El hospital emitió disculpas públicas y se comprometió a mejorar los protocolos de registro y seguimiento.
A pesar de la confusión y el susto inicial, la extraña noticia del Hospital San Risueño se convirtió en una anécdota memorable. La gente del pueblo comenzó a hacer bromas sobre las altas médicas de los muertos y cómo el hospital ofrecía un “servicio post-mortem excepcional”.